Tanto en viajes largos como en desplazamientos cortos, la presencia de subidas o bajadas puede convertirse en un reto que los conductores tengan que afrontar. En un principio, ninguno de estos escenarios debería ser un problema para los usuarios de la vía, aunque ambas pueden considerarse como situaciones con condiciones adversas para la conducción. No obstante, basta con seguir algunos consejos básicos de conducción para poder afrontar las subidas y las bajadas con total tranquilidad, y sin tener que quedar expuestos a ninguno de los problemas que su presencia conlleva.

En el artículo de hoy: ¿cómo conducir en subidas y bajadas? Como pista diremos que la clave, en ambos casos, es en controlar bien el freno.

Índice:

Coche circulando en una carretera de bajada

Conducir en subida

Hablemos de las subidas. Aunque muchos conductores creen que las subidas son peor escenario que las bajadas, lo cierto es que, por sus condiciones, son mucho más seguras.

Para empezar, cuando un conductor advierte que se acerca una subida pronunciada, debe reducir la marcha en la que circula. Hay que recordar que las marchas más bajas, especialmente las que van de la primera a la tercera, reducen la velocidad, pero dan una enorme potencia al motor, que es precisamente lo que se necesita para afrontar una subida pronunciada.

El problema de una subida pronunciada no es otro que el de perder fuerza en la marcha hasta tal punto que el vehículo se vaya hacia abajo por completo. En tal caso, habrá que detener la marcha y reiniciarla en pendiente, lo que no es sencillo. Si se cala el motor subiendo habrá que accionar el freno de mano y poner un pie en el embrague y otro en el acelerador; soltando progresivamente el primero y accionando suavemente el segundo. Cuando se note que el coche intenta ir hacia delante será el momento de quitar el freno de mano para proseguir con la marcha.

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Conducir en bajada

Como ya advertimos antes, las bajadas son mucho más peligrosas que las subidas, aunque a priori pueda parecer lo contrario. El motivo es la alta velocidad que se puede alcanzar como consecuencia de la pendiente y de la inercia del propio vehículo, algo que convierte a las bajadas en un escenario en el que extremar la precaución.

La primera intención de cualquier conductor es regular la velocidad con el freno de pie. Sin embargo, el pedal de freno debe ser solo un complemento, ya que lo mejor es regular la velocidad en la bajada con el freno motor. Es decir, hay que reducir la marcha en la que se circula para que el vehículo intente mantenerse dentro de las revoluciones adecuadas para cada marcha, consiguiendo, con ello, que la velocidad no suba pese a que la inercia de la pendiente lo intente. Usar el freno motor y no el de pie permite un mayor control del vehículo y una tracción más adecuada con la vía, por lo que debe ser siempre la opción prioritaria en la conducción.

Lo que no se debe hacer bajo ningún concepto al conducir en bajada es bajar en punto muerto. Esto libera por completo a las ruedas haciendo que la velocidad se dispare y, además, restando tracción y adherencia sobre el asfalto, por lo que se dan unas condiciones muy peligrosas.