Existen muchos tipos de pavimentos disponibles en el mercado, pero no todos son aconsejables para asfaltar una vía en la que los vehículos van a rodar de forma continua. Es más, a la hora de pavimentar una carretera, hay que pensar incluso en el tráfico más pesado, por lo que conviene buscar compuestos que se adapten a todas las necesidades que hoy tienen los vehículos.

Esto es lo que se consigue con el pavimento flexible, un tipo de compuesto que vamos a ver con mayor detalle por ser el que se emplea de forma mayoritaria en la fabricación de vías.

Índice:

Coche circulando en una carretera de bajada

¿Cómo es el pavimento flexible?

Lo de flexible le viene dado a este pavimento por una de las características que hacen que se separe del resto de pavimentos que hoy se pueden encontrar. Este tipo de asfalto tiene la capacidad de flexionarse adaptándose a las necesidades de los vehículos que lo cruzan.

De esta forma, por su superficie puede circular un camión pesado cargado de mercancía con la misma naturalidad que lo hará un pequeño ciclomotor. El resultado no se nota a simple vista. Sí lo hace en las sensaciones que los pasajeros y el conductor del vehículo tienen al rodar sobre su superficie y en algo que es importante también tener en cuenta: su degradación a largo plazo.

Los asfaltos flexibles consiguen alargar la vida útil y superar bastante a la de otros compuestos usados hasta hace no tanto. De media, este tipo de pavimento tiene que mantenerse en perfecto estado unos 15 años llegando incluso a no presentar ni el más mínimo problema durante 20 años.

La combinación de condiciones que hemos visto es la que hace que el pavimento flexible sea el favorito de las empresas que están encargadas de construir carreteras, ya que no hay un material que sea capaz de igualar sus características.

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¿Cómo se hace el pavimento flexible?

El secreto de las características que hemos visto antes depende tanto de los materiales usados como de la disposición de los mismos. Este tipo de asfalto se crea añadiendo diversas capas, una encima de otra que se reparten la carga que supone el tráfico en carretera.

La capa exterior, la que está en contacto con los neumáticos de los vehículos, es la que está preparada para sufrir mayores cargas de trabajo. Por ello, para su fabricación se emplean diversos compuestos asfálticos de alto rendimiento que mantienen una dureza adecuada para soportar el trabajo al que se tienen que enfrentar.

Asimismo, la siguiente capa se realiza con diversos materiales granulados que se compactan para dar consistencia al firme. Esta capa es también bastante resistente, aunque no tiene las mismas propiedades que la más superficial.

Para terminar, el pavimento flexible contará con una base que será la del mismo terreno sobre el que se asienta. Es la capa más débil de todas, aunque también es la que menos tensión tiene que soportar. Para la preparación de esta base, lo que se hace es apisonar el firme que haya hasta que se consigue una capa uniforme y compacta sobre la que es posible colocar el resto de las capas que antes hemos señalado.

La suma de estas tres capas da como resultado el pavimento flexible. Eso sí, puede haber configuraciones que cuenten aún con más capas para resistir condiciones especiales, algo que sucede normalmente en zonas en las que el tráfico pesado va a ser muy intenso.