¿Cómo se controla la presión de los neumáticos?

En su interior, la mayor parte de los neumáticos llevan una cámara de aire, que es la que hace que el neumático no se deforme y cumpla con su misión principal de forma adecuada y sin riesgos. Sin embargo, por el desgaste durante la conducción, la presión de los neumáticos irá perdiéndose lenta y progresivamente, algo que se debe tener en cuenta para evitar problemas durante la marcha.

Hay quien dice que se puede modificar ligeramente la presión en función de la estación (invierno/verano) o de las condiciones meteorológicas, así como según el terreno por el que vayamos a circular. Lo general es limitarse a la presión recomendada por el fabricante.

Resumen:

Importancia de la correcta presión del neumático

¿Cuál es la presión adecuada de los neumáticos?

De forma generalizada, los neumáticos deben tener una presión en torno a los 2,5 bares. Sin embargo, es imposible dar una cifra exacta y ésta solo debe servir de referencia muy general.

El motivo de que hagamos dicha advertencia es que cada vehículo suele tener una necesidades específicas en cuanto a la presión de sus neumáticos. Si bien todas giran en torno a esos 2,5 bares que ya hemos apuntado, lo cierto es que, normalmente, habrá pequeñas diferencias por encima o por debajo respecto a la presión recomendada.

Lo anterior se debe a varios factores, por ejemplo el peso de cada vehículo o la velocidad que pueden llegar a alcanzar. De esta forma, son los mismos fabricantes los que apuntan en el libro técnico de cada modelo la presión que deben tener los neumáticos. Es más, también suele haber notables diferencias entre los delanteros y los traseros, ya que su exigencia durante la marcha es diferente y por lo tanto, también debe serlo la presión del aire en su interior.

Aumentar la presión de un neumático.

Comprobar la presión del neumático

En casi todos los talleres y gasolineras hay puntos para controlar la presión de una forma rápida y efectiva. Es más, estos puntos no solo sirven para conocer el estado en un momento determinado, también se usan para introducir aire y elevar la presión o para reducirla en caso de que sea necesario.

Hacerlo es algo muy sencillo; basta con introducir las mangueras de aire de estos puestos en la válvula de inflado que todo neumático lleva incorporada para que la máquina que se esté usando muestre la presión.

Tampoco hay que olvidar que no todos los momentos son igual de idóneos para realizar la lectura. Los expertos recomiendan que ésta se haga con el neumático en frío, por lo que lo ideal es realizar la tarea nada más arrancar el coche o cuando éste haya hecho pocos kilómetros.

A partir de la información que te proporcione el sistema y contando con las especificaciones técnicas del vehículo, el usuario deberá adaptar la presión a lo recomendado por el fabricante para evitar problemas derivados de un mal mantenimiento de la presión.

Aún así, tener la presión de nuestros neumáticos controlada es cada día más fácil, puesto que cada vez son más los vehículos que incluyen el denominado sistema TPMS, una tecnología que permite monitorizar y controlar la presión de los neumáticos de nuestro vehículo mediante el uso de sensores.

Estos sensores se ubican en la propia válvula de inflado del neumático o en el interior del mismo, de forma que nos permiten conocer su presión e incluso temperatura prácticamente en tiempo real. No obstante, pese a que este sistema nos ofrece ciertas comodidades, no debemos relegar la supervisión de los neumáticos y su presión únicamente a estos sistemas, pues se pueden descalibrar y ofrecer datos erróneos sobre la presión de los neumáticos.

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La importancia de controlar la presión

No tener la presión adecuada en el conjunto de neumáticos es algo que terminará dando problemas.

Por ejemplo, los conductores que tengan una presión más baja de lo aconsejado sufrirán la deformación del neumático, lo que conllevará un mayor riesgo de pinchazos y reventones. Asimismo, esto provocará que la distancia de frenado aumente de forma considerable y también se producirá un consumo mayor de combustible debido al mal estado de las ruedas.

Por otro lado, tener la presión demasiado elevada es también mala idea y peligroso a la hora de circular. Esto también desencadenará problemas, como un desgaste superior en la zona central del neumático y un menor contacto de la rueda con el pavimento, lo que se traducirá en una pérdida de adherencia y el riesgo que ello conlleva.

En definitiva, los neumáticos deben tener siempre la presión recomendada, es decir, la que el fabricante considere que es la mejor para un modelo concreto, siendo ésta la referencia que todo conductor debe tener en cuenta.

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