Comportamiento de conducción en condiciones meteorológicas adversas

Se estima que solo la lluvia se encuentra detrás de más del 13 % de los accidentes que se producen en las carreteras de todo el mundo. Y que llueve no es la única condición peligrosa unida al clima que puede darse en la carretera, ya que el hielo, la niebla o el viento también pueden hacer acto de presencia en cualquier momento.

Ante estas situaciones, los únicos consejos válidos son los de mantener la precaución y extremarla, todo ello teniendo siempre una importante anticipación para conseguir que el vehículo mantenga los niveles de seguridad óptimos a través del mantenimiento.

Resumen :

Hielo y nieve

El hielo y la nieve son los agentes más peligrosos en la vía sin la menor duda. Por suerte, también son los menos frecuentes, ya que no es nada habitual que se den nevadas o heladas en la carretera de forma permanente, aunque nunca hay que descartarlas.

El problema del hielo especialmente es que evitará que el vehículo que circule por su superficie tenga la suficiente tracción como para poder maniobrar con seguridad. En estos casos, el hielo termina convirtiéndose en una superficie extremadamente resbaladiza que puede hacer que un vehículo se comporte de forma inesperada.

Hielo en la carretera.

Las únicas formas de ponerle freno al problema son acudiendo a accesorios como las cadenas y confiando en que las autoridades realicen actividades de mantenimiento como la aplicación de sal sobre el firme para que el hielo desaparezca cuanto antes.

En el caso del conductor, a la hora de circular sobre hielo o nieve se debe reducir al máximo la velocidad y usar siempre marchas cortas que aseguren un extra de potencia.

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Lluvia

La lluvia, como ya dijimos, es la gran causante de accidentes si nos limitamos a la esfera de las condiciones climatológicas. La lluvia suave o moderada no debería suponer ningún riesgo para los conductores, ya que no es capaz de alterar demasiado las condiciones de la vía si esta está en perfecto estado.

Conducir con lluvia

Pero cuando la lluvia aumenta de intensidad, los problemas pueden no tardar mucho en aparecer. Por un lado, la visibilidad descenderá de forma notable causando situaciones de riesgo como es evidente, un caso en el que se deben usar las luces antiniebla para marcar la posición del vehículo.

Sin embargo, el mayor de los riesgos está en la carretera. La acumulación de balsas de agua puede hacer que un coche pierda por completo el control cuando las cruce. El mejor consejo al respecto es reducir la velocidad e intentar evitar el peligroso aquaplaning que elimina la tracción del vehículo.

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Niebla y viento

La niebla es un factor bastante peligroso en la carretera. En los casos más graves, esta puede llegar a reducir la visibilidad de los conductores a poco más de un metro, por lo que prácticamente se conduce a ciegas.

Conducir con niebla.

Los consejos que mejor sirven son los de reducir la velocidad y activar las luces antiniebla para señalizar la presencia del vehículo de forma que los conductores puedan advertirla.

En el caso del viento, cuando este es racheado y alcanza altas velocidades, es capaz incluso de desplazar a los vehículos que circulan por una vía. No es necesario decir los peligros que ello conlleva, más cuando se circula a altas velocidades por vías muy transitadas.