Coche fúnebre: estructura, historia y curiosidades

Un coche fúnebre (hearse, en inglés) es un vehículo adaptado para llevar el ataúd en ciertos rituales del funeral, como el paseo del velatorio a la iglesia, o de la iglesia al cementerio o crematorio.

Seguro que muchas veces lo has visto, y te has preguntado por sus características. Pues tranquilo, te las contamos hoy.

Índice:

Coche fúnebre

Estructura de un vehículo fúnebre

La parte delantera del coche fúnebre es muy parecida a la de una limusina, con espacio para el conductor y uno o dos acompañantes. Por su parte, el chasis se alarga hacia atrás hasta tener espacio para un ataúd y los arreglos florales. En la parte de la cabina donde se coloca el ataúd tiene que haber barras metálicas para asegurar éste y que viaje fijado.

Aunque en España no es demasiado habitual, sí que hay otras regiones del mundo donde estos automóviles van equipados con campanas o sirenas que forman parte del rito.

La parte trasera puede ser de cristal (normal o tintado) o puede ir el féretro descubierto o completamente dentro de la estructura metálica. El coche se puede adaptar a los gustos de los organizadores del funeral o los clientes.

Pese a que estas características siempre han estado ahí, los vehículos fúnebres han evolucionado mucho a través de los años para ser como es a día de hoy. Por ejemplo, en el pasado se solían usar carrozas hechas de madera y talladas con elementos decorativos.

Los vehículos fúnebres también cambian de estilo según la parte del mundo, por ejemplo en América y Europa se suelen emplear tonos apagados, como negro o gris, mientras en Japón se usan motivos budistas que pueden albergar una gran variedad de colores.

Basándonos en todo lo anterior se puede hacer mención de varios tipos de coche fúnebre, que comentaremos a continuación.

Respecto al motor, los vehículos fúnebres suelen ir equipados con motores gasolina o diésel. Los primeros suelen tener una potencia de entre 260 CV y 612 CV. Los de diésel suelen estar entre los 160 CV y los 330 CV.

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Tipos de coches fúnebres

Los tipos de coches fúnebres más representativos son:

  • Carruaje estufa: eran vehículos mortuorios de lujo que se usaban en el siglo XVIII para los entierros y funerales de aristócratas. La parte trasera está hecha de cristal, por lo que se puede ver el ataúd.
  • Carroza ligera de estilo vienés: era otro vehículo fúnebre, esta vez de estilo imperio, con motivos egipcios.
  • Carroza imperial estilo renacimiento: esta carroza tiene varias columnas que le dan un aire barroco a todo el conjunto.
  • Grand Doumond: esta carroza es algo más moderna, del siglo XIX concretamente. Era tirada por caballos, pero el conductor iba sobre ellos, no sobre la carroza, para dejar más espacio al ataúd y que hubiera una mayor visibilidad.
  • Coche fúnebre blanco o araña blanca: era el modelo de coche usado para los niños. Se usó desde el siglo XIX hasta 1950.
  • Coche de respeto o de la viuda: eran coches que no albergaban el ataúd en sí, sino que llevaban a los familiares.
  • Berlina de acompañamiento: era una berlina que se usaba para transportar hasta 4 familiares, y con espacio para equipaje.
  • Faetón: de estilo inglés, el faetón también tiene espacio para 4 acompañantes, aunque éstos deben entrar por la parte de atrás del vehículo.
  • Cupé: es una berlina a la que se le ha eliminado parte de la estructura para hacerla más ligera y rápida.
  • El Hispano Suiza: fue uno de los primeros coches a motor en usarse para el traslado de ataúdes. Tiene su origen en Barcelona, alrededor de 1920.
  • Buick Riviera Special: modelo americano que reúne las características que se pueden apreciar a día de hoy en cualquier vehículo fúnebre.
  • Studebacker Six: parecido al anterior, y también americano.

Actualmente, muchos fabricantes tienen su propia versión fúnebre, aunque ninguna es demasiado especial, siendo todas muy sobrias. Sin embargo, hay muchos coches fúnebres antiguos que han sido matriculados como coches históricos. De hecho, por ser clásicos, hay un gran número de automóviles mortuorios antiguos de segunda mano.

Coche fúnebre antiguo

Historia del coche fúnebre

Las carrozas fúnebres tiradas por caballos se usaban en Inglaterra a partir del siglo XVI, y en América a partir del siglo XVII. Las versiones motorizadas de los coches fúnebres datan de principios del siglo XX.

Pese a usarse coches motorizados, se seguían emulando las carrozas victorianas, añadiendo a éstos muchos decorados, como faroles o campanas mudas. Se optó por instalar en todos las versiones las barras de Landau. Estos coches estaban fabricados por las grandes casas de renombre, como Cadillac, Mercedes-Benz, Rolls-Royce o Studebacker.

Fue a partir de la segunda guerra mundial cuando se enfatizó un estilo más sobrio y se empezaron a usar coches fúnebres con el estilo que se aprecia hoy en día.

Un vehículo mortuorio actual debe pasar la ITV anualmente hasta los 5 años, y a partir de ahí cada 6 meses si quieren prestar sus servicios en algún funeral.

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Usar un coche fúnebre para uso particular

Aunque un conductor de coche fúnebre cobra entre los 1.400 y los 2.000 euros mensuales (según las ofertas en el mercado), hay quien compra estos vehículos para un uso privado.

Por si lo habías leído, no hace mucho que salieron varias noticias sobre personas que habían comprado un coche fúnebre para uso particular. Al principio fueron objeto de burla pero resultó ser bastante acertado. Te contamos los casos aquí.

El coche de Pepe de Burriana

Pepe, un amante de los coches clásicos, aficionado al surf, con su propia marca de equipamiento y ropa, compró un coche fúnebre SEAT 124 de 1974. La idea de comprar el automóvil vino para matar varios pájaros de un tiro: tendría otro automóvil (además un clásico del que apenas hay copias), podría usarlo para transportar las tablas de surf en sus viajes, y por último, usar el automóvil como puesto para exponer de manera original su ropa en los mercados de calle.

En principio, la bizarrada le salió cara: las tablas no cabían en el espacio trasero, tuvo que invertir mucho dinero en modificaciones y arreglos, y mucha gente pensó que era de mal gusto usar un coche fúnebre para otros fines. De hecho, los vecinos del garaje donde lo restauraba realizaron varias quejas; era el garaje de sus suegros, para más inri.

Además de restaurar el automóvil, en los raíles traseros ha instalado una tabla que sirve de mesa para hacer camping. A parte de ello, los agentes de seguridad no le suelen parar en los controles. Por todo ello Pepe está encantado con su compra, y lleva el coche con humor, a pesar de las incesantes críticas y comentarios negativos. Más allá de lo social, ha resultado ser algo de lo más práctico, pues tiene espacio para mucho equipaje o cualquier cosa que se quiera añadir. De hecho, los coches fúnebres son fácilmente camperizables.

El coche de Antonio de Ponteareas

En este caso, Antonio compró un SEAT 131 1430. Al igual que Pepe, Antonio era un amante de los clásicos. En este caso, Antonio no ha hecho ninguna reforma de importancia en el automóvil.

Como en el caso anterior, las reacciones de sus allegados fueron de lo más variopintas, desde el humor hasta reacciones muy negativas. Aun así, Antonio es bastante positivo al respecto.

Antonio fue más abierto con el tema de los costes de mantenimiento. La ITV cada 6 meses le sale cara, así que matriculará el SEAT fúnebre como coche histórico, lo que hará que solo tenga que pasar la ITV cada 5 años, que el seguro le sea más económico, y que si tiene un accidente no puedan dar el coche como siniestro.

El coche de José Ángel de Ubrique

El caso de Jose Ángel es algo diferente, él no tenía un gusto especial por los clásicos, pero su padre tenía un desguace con varios modelos de coches mortuorios, así que cuando tuvo la oportunidad se compró uno, pues desde jóven entendió lo prácticos que pueden llegar a ser estos modelos.

José posee un Opel Kadett de 1990, y para disimularlo le ha puesto una lona cubriendo la parte de atrás, de modo que mucha gente puede pensar que es un pick-up.

Las opiniones, de nuevo, muy diferentes (hay muchas supersticiones acerca de la mala suerte que traen estos coches). Sin embargo, el conductor está encantado con su compra, pues, como decían todos los entrevistados, son coches muy prácticos. Además lo compró por un precio muy bajo y hay gente que le ofrece mucho más dinero por él.

En cuanto a los costes de mantenimiento, al igual que Antonio, está barajando la posibilidad de matricularlo como coche histórico, pues una ITV cada 6 meses y el seguro de coche fúnebre salen muy caros.

El coche de Antonio de Huelva

Antonio es el creador de una página en Facebook para amantes de los coches fúnebres. En general es un amante de los clásicos, pero los fúnebres le apasionan.

En su caso, consiguió adquirir un Citroen BX abandonado (contactó con el dueño y éste se lo regaló), y lo ha estado restaurando desde entonces.