¿Cómo se realiza un crash test?

Un crash test, conocido también como prueba de choque, es un examen por el que pasan todos los vehículos antes de lanzarse al mercado. En él se simulan las condiciones de un impacto, o varios, en determinadas zonas del coche con el fin de determinar el comportamiento que éste tendrá en una situación de riesgo real, es decir, en un accidente.

Hay varios tipos de crash tests en función de aquello que se quiera analizar, y es que es importante tener en cuenta que las pruebas de choque pueden ser parciales o totales, según los casos.

Resumen:

Crash test

¿Cómo se realiza el crash test?

Realmente, el crash test tiene muy poca complejidad. Antes de que un vehículo salga al mercado o cuando se incorpora al mismo vehículo un nuevo componente estructural, es importante que se sepa cómo responderá el conjunto ante una situación extrema como es un golpe con otro vehículo o contra un elemento fijo. Para ello, se simulan las condiciones que se darán en la carretera.

Así, lo primero que se realiza es el montaje de diferentes sensores en aquellas partes del vehículo que deben ser controladas, como sucede con la carrocería o con las distintas piezas del chasis del modelo en cuestión.

Una vez hecho eso, un ordenador será el que recabe la información que se produzca durante el golpe para interpretarla de forma correcta. El automóvil será expuesto de forma literal a un golpe que puede tener como zona de impacto la parte frontal o cualquier otra.

La variable que más cambia en función de lo que se busque es la velocidad. Es más, no se suele realizar un único test, ya que es importante saber cómo se comportarán los elementos que formen el coche ante cualquier golpe con diferentes velocidades y condiciones.

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Los tipos más comunes de pruebas de choque

La más común de todas las pruebas de choque es la prueba de impacto frontal. La importancia de este tipo de accidente se deriva de que éstos son los que causan un mayor número de víctimas mortales en la carretera, por lo que las marcas constructoras centran muchos de sus esfuerzos en evitar las peores consecuencias de los impactos frontales.

Para realizar la prueba anterior, lo normal es golpear al vehículo contra una pared de cemento, aunque ésta se puede sustituir por otro automóvil, tanto en marcha como parado. Los modelos que mejor superan estas pruebas son los SUV, debido a la altura a la que el conductor se encuentra colocado.

Las pruebas parciales son muy importantes también. En ellas, la fuerza de impacto, frontal o lateral, sigue siendo la misma que en el anterior tipo de test, aunque la zona del coche que tendrá que absorber el impacto será menor, por lo que las marcas emplean este tipo de examen para determinar la resistencia de una zona pequeña del vehículo.

Por lo demás, hay otros muchos tipos de pruebas del tipo crash test como las de impacto lateral, las de impacto con poste o las que comparan diferentes generaciones de vehículos. En estas últimas se suelen colisionar coches antiguos y grandes con los nuevos y más pequeños, para mostrar que incluso los modelos más modestos de la actualidad superan en seguridad a los modelos que mejor cumplían en décadas anteriores.

En muchos casos se marcan los vehículos con marcas especiales, y se usan maniquíes simulando ser pasajeros de los coches puestos a prueba. Con los resultados obtenidos en los crash tests los modelos son mucho más seguros.

Maniquí dentro de un vehículo en un crash test

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